4 feb 2010

Cuentos cortos cuentan cosas largas II

Cuando la imaginación se deja llevar es bueno leer la serie de disparates que se escriben en momentos y conectarlos para dar forma a un escrito.
Escrito en el que más que la imaginación se plasma sin demostrar tal vez que es lo que se siente.


Casi obtenido

Una noche estoy sólo en mi casa, compilando listas de amigos del pasado. Crece la oscuridad y comienzo a desear compañía. La lista se encuentra frente a mí en la mesa, reprochándome con indirectas sobre oportunidades perdidas y abandonos lamentables.

Hay un rasguño en mi ventana, y distraídamente la abro, creyendo que uno de mis gatos también se siente sólo. Para mi consternación una pequeña criatura diabólica, salivando por anticipado, dio un brinco agazapado en mi habitación.

La reconocí de inmediato por ser del tipo que se apodera del alma sin dudarlo. Alejándome de sus relucientes ojos, consideré mis opciones. Con un destello de inteligencia, le anuncié a la criatura demoníaca que es ayer, y que hoy estoy muerto. La criatura me miró burlonamente.

Le insistí que había cometido un error es ayer, y después esta tarde me suicidé con un largo y afilado cuchillo de cocina. Estoy muerto. Mi alma se ha ido. La criatura diabólica llegó muy tarde. Se veía perpleja, pero le expliqué, con movimientos apaciguadores de mis manos, que en verdad es un asunto muy simple. Como ya estoy muerto, no tiene sentido tratar de tomar mi alma. Regresa en una semana, le dije a la criatura diabólica: el propietario habrá realquilado la casa, y habrá una presa fresca. Rabiando y resoplando, la criatura anadeó hacia la ventana, y salió tambaleándose en la noche.

Felicitándome a mi mismo por mi rápida idea, cerré la ventana. Me senté una vez más frente a mi lista, y con dolor comienzo a dar vueltas por la cocina y empiezo a escarbar en el cajón de los cuchillos.

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