4 feb 2010

¿Cómo es perder la Virginidad?

A continuación público una extensa crónica que realicé hace un tiempo a un par de amigos (a quienes les protejo la verdadera identidad, o por lo menos a uno de ellos ya que el otro no esta más con nosotros), quienes perdieron su virginal manto sexual en unas condiciones bien particulares.


La narración está a cargo de ellos mismos (si así podemos decirlo)... y la estructura desafía levemente las leyes del tiempo y el espacio...bueno, por lo menos deja cosas que pensar en cuanto a lo clásico...les recomiendo que cuando sea leída escuchen las pegajosas tonadas ochenteras que acompañan el relato...es algo así como un viaje musical al delicado mundo de las casa de burlesque y prostíbulos barriales de nuestra ciudad.((El siguiente texto contiene lenguaje no apto para menores de edad) (¡aplica para edades mentales!)). Se recomienda sea leído en compañía de personas que orienten su contenido

Perder la virginidad


Una crónica musicalizada con un intro, dos actos y un final silencioso.

“Cuando Mónica lo chupaba parecía no tener dientes, me gustaba más su coño que su boca…se apartó justo cuando estaba a punto de eyacular. Trate de frenarlo pero era tarde. La baba caliente se escurrió entre mis piernas y sentí vacío revuelto con miedo y luego el miedo se tragó el vacío”
Efraím Medina
Erase una vez el amor pero tuve que matarlo

Intro
“Están lloviendo hombres”
(It’s raining men)

“Cuando conocí a Monsalve no me imagine que terminaría en esas. Sudando de los nervios, parado frente a ese sitio. No se, me lo imaginaba diferente. Como en las películas: con un man vestido muy elegante con sombrero de copa, traje de noche y un monóculo, que dejaba ver con las puertas entreabiertas las bellezas en el interior del bar…como en el Molino Rojo, con esa chimba de Nicole Kidman montada en un columpio repartiendo picos.

Pero nada. No había molinos ni señores de sombrero, sólo una puerta de madera, como de casa de vieja, a donde ya habían entrado tres manes con dos gordas que no se parecían en nada a Nicole.

Conmigo está Monsalve, el que me había envenenado toda la semana para que lo acompañara hasta allá. Que susto tan hijueputa, estaba cagado, pero no demostré nada. Veníamos decididos y con una media de ron encima. Pura valentía.

Aquella vaina no parecía un putiadero. Parecía más bien una casa de barrio, con ventanas de madera cafés y una puerta de iglesia con una ventanita como pa’ pillar la gente que tocaba. Nos acercamos uno detrás del otro. Me acuerdo que ese día hasta barros tenía…que trauma, con esa cara de adolescente, con ese peinaito engominao…de una iban a saber que íbamos con ganas de perder la virginidad.

Monsalve, siempre tan líder, tocó la puerta gigante de madera. De una se asomó un man por la puertica, apenas se le veían los ojitos y las luces al fondo. Como que reconoció a Monsalve y nos abrió. Con esa expresión reparona nos esculcó contra la pared.

Adentro era una casita, con su buena sala, el comedor, la cocina, patio, pero sin nada de muebles, solamente forrado de mesas, casi llenote de gente. Un humero el HP.

En lo que era la sala había una plataformita alumbrada con luces de colores y giratorias donde una mona trozonga, toda pintoretiada, bailaba esa canción “Están lloviendo hombres”, como sin ganas, ya casi se había quitado toda la ropita y las tetas se movían al ritmo de la música, todas caídas.

Le faltaba por quitarse una tanga roja brillante, hilo dental…cuando ¡juaz! Se la quitó y se le vio todo….a mi se me aceleró la respiración y abrí los ojos de par en par, no podía dejar de verle la “chimba”, luego casi por instinto con mi mano me sobé la cara…Monsalve andaba en la misma…entrando y de una encontrarnos con esa escena…que shock, entonces nos sentamos en una mesita medio lejitos del show.

Yo sentía las miradas de todo el mundo, esos ojos brillantes, ese bombillito rojo del cigarrillo se veía en todas partes, en varios espejos que había repartidos en las paredes y ese olor a densidad, como a sudor, a humo, a humedad. Mero lío.

Se dejó venir una mesera y nos preguntó lo de rigor. Estaba gordita pero buena, aguantaba…me inspiraba como ternura, no se, hasta creí que se me parecía a alguien.

Miraba pa todas partes como inquieto, como buscando a alguien. Me imagino con cara como de arrepentido, arrugando la frente y con una sobadera de la cabeza ni la hijueputa. Que vicio tan marica tenía.

La música chis pun sonaba muy duro, si hubiéramos querido conversar no hubiéramos podido.

Estábamos pegados a la silla. Cómo era posible, yo David, a mis 16 años y ya metido en un putiadero, en vez de haber esperado a que a Anita algún día le hubiera dado la gana de dármelo, pero bueno…allá estaba.-Media de ron, mona.


Primer acto:
“La araña” Monsalve.
11:00 p.m.

“-Hola papis. Tan solitos, necesitan compañía…

Fue lo que medio le entendí a esa flaca. Una vieja pelinegra, de blue jean oscurito, de pelo negro liso, unos ojos chiquitos con pestañas largas y gruesotas…me gustó de una, hasta se me paró…todo rígido estaba cuando se acercó la nena…le vi varios tatuajes, le sentí el olor, como a perfume sudado. Me dijo en el oído: “me llamo la araña, ¿quieres saber por qué?”.

La araña se sentó en la mesa. Ja ja ja, ¡puso sus patas en la mesa! Arrastró una silla y se parchó al lado mío. Me la dedicó, me cogía de la mano… ¡uff! y a mi se me iba subiendo la temperatura, me imaginaba yo montado en esa vieja, flaquita, dándole. Que rico iniciarme con esta hembra.

A David le cayeron dos nenas nada feas. Me concentré en la Araña. Ese ron me estaba haciendo como efecto y ya la pena se me había bajado. Empecé a coquetear con la flaca. Todas eran bonitas. Antes, cuando mi tío me había invitado conocí varias de sus “amigas”, pero nada de nada. Me quedé con las ganas.

La Araña me lamía la oreja y con las manos me tocaba las guevas, me manosiaba bravamente. Yo le metía la mano entre su blusita negra transparentosa. Disimulao. No quería pasar por guevón. Estaba ya predoleto. Hasta que la nena me dijo que nos subiéramos a un cuartico, que por ser “sardino” me lo dejaba más económico. Yo, en medio de mi prenda…y con los condones en la chaqueta emputé con ella pa’l cuartico. David andaba de conversa con sus nenas. Me le volé antes de que dijera algo.

Subimos las escalas cogiditos de la mano. La música sonaba, nada más ni nada menos que “Ace of Base” (creo), el clásico “all that she wants”. Me latía el corazón a mil…no dejaba de pensar en todo: en mi primera vez, en que la vieja tuviera Sida o una gonorrea bien trepadora, en mi novia, en lo que les iba a contar a mis amigos del colegio, en fin en todo. Ya estaba metido en eso.

Por un corredor oscuro caminamos hasta la pieza. Ella me soltó y abrió. Prendió una lucecita en el nocherito y la camita se dejó medio ver. Ella se me lanzó y me empezó a chupar el cuello mientras me quitaba los jeans. Que nervios. Ella sabía de mis nervios y me decía cosas como: “tranquilo papi que soy la mejor”…“relájate que estas muy bueno” o “me lo voy a comer a mordiscos”.

Me empelotó…bajó desde mi cuello hasta “él”. Me lo cogió con las dos manos y se lo metió en la boca…me lo estaba mamando…no lo podía creer…yo sentí que me elevaba, que su boca caliente me quería tragar. Yo le cogí la cabeza con las manos…que placer.

Luego se quitó la ropa y me empujó a la cama. Ahí empezó todo…pensé que todo pasaría como lo había visto tantas veces en las películas porno y las revistas. Me puso el condón y gas gas que pa’ dentro vas…

Me tiró a la cama y allí se me lanzó encima…me lo cogió con una mano y se lo metió…yo estaba tan ansioso, tan caliente…

”Segundo acto:
“Maritza”
David. 11:00 p.m

“Monsalve estaba muy entretenido con su nena, la tal Araña. Pa’ que pero estaba buena. Cuando se dejaron venir un par de morenas. Una flaca como desgarbada, de blusita escotada blanca y labios rojos: toda una chocoana. Y otra trigueñita como trozuda, carnosa, lo más de comestible. Con unos jeans desgastados y pelito cortico. Yo le dije con mi tono galán “me llamo David” y ella se presentó: “Maritza”.

Maritza se tomó dos rones conmigo, mientras la otra sentada en la sillita plegable fumaba toda despreocupada de mí. Estaba medio borrachín y relajado y todo conversador, hablando maricadas como de la música, de lo que iba estudiar y de lo bella que me parecía ella. De un momento a otro Maritza, toda calladita me cogió de la mano, se paró y me arrastró detrás de ella, me subió al segundo piso. Mientras subíamos las escaleras yo pensaba muchas cosas, eran como disparos de flashes, mejor dicho, el tiempo corría lentamente…ja ja ja, era como de película, de fondo sonaba una baladita de esas bonitas, “Eclipse total del amor”. Mejor dicho era ahora o nunca, me dije.

Me llevó hasta el final del corredor alfombrado y abrió la puertica, prendió un pequeño bombillo azuloso y me agarró de las dos manos, me sentó en la cama (bien tendida) y se arrodilló. Me abrió cierre del blue jean mirándome con cara de picardía, se pasaba la lengua por los labios. Había mucho silencio en el lugar, no hablábamos. Una vez abrió la cuestión me empezó a hacer sexo oral…pero que locura. Yo me retorcía en la camita mientras ella hacía sus malabares. Era una combinación entre miedo y placer…me preocupaba que alguien abriera la puerta, que alguien me viera, todo…pero luego se me subieron los calores y me concentré en esa sensación…como un sube y baja….como en los juegos que hacia con su lengua, recorriéndome desde abajo hasta la punta, en donde sentí que el mundo se me acababa.

Ella no se detenía, cada vez me lo mamaba más rápido, casi me dolía…la ropa me estorbaba, estaba sudando, mejor dicho…era demasiado rápido…no llevábamos más de 15 minutos en el cuartico cuando empecé a sentir un vacío en el estómago, se me aceleraba la respiración, se me secaba la boca y sin avisar ¡¡¡chun!!! Me le vine en la boca, pero ella no paraba de succionar…”

Final
Sólo silencio
11:45 p.m

Monsalve

“La araña me sacudió, me decía palabras mientras yo estaba acostado boca arriba viendo como se sacudía del supuesto placer…yo calladito le dejé el trabajo sucio…a veces cerraba los ojos para sentirla, sentir ese calor que produce ese contacto…así pasó como media hora hasta que me vine, me “desarrollé”…ella me preguntó que si “ya” y yo le dije “ya”, como por instinto.

Muy decente se paró, se sentó en la cama, prendió un cigarrillo y se empezó a vestir, mientras yo miraba el techo…mientras la sensación se desvanecía…lentamente, ella se vistió y me dijo el valor de la “vuelta”…yo me vestí y le pagué, como si nada hubiera pasado…tenía una sensación rara…me faltaba algo…salimos del cuarto, ella me dejó bajar primero a buscar a David, pero no lo encontraba…decidí salir a echar un ojo, y lo vi al lado de un teléfono público…le silbé…y camine hasta él.”

David

“Pues me vine…todo un precoz…no se si fue culpa mía, de ser tan pajizo, o de ella y su velocidad de succión, la cosa fue que me vine y ya…ella se paró, se limpió la boca y entró al baño…creo que a lavarse…yo me subí la bragueta y la esperé. Me sentía pero mal, muy mal…como con arrepentimiento, pero bueno, ella me dijo que la “mamada” era más “económica”…le pagué y bajé haciéndome el duro, para que la gente no notara nada, me parecía que todo el mundo me reparaba, me veía. Pedí una cerveza (de puro valiente) y me senté en la misma mesa donde estábamos antes a esperar a Monsalve.

Me supuse que el “machomen” de Monsalve todavía andaba haciendo piruetas, entonces terminé mi pola y salí a buscar un teléfono a la calle, porque me entraron ganas de llamar a Anita, así no estuviera o la mamá me regañara por llamar a esa hora, no se, pero la quería más que antes.

Luego de dudar y dudar antes de marcar, salió Monsalve con su sonrisota y me preguntó cómo me había ido, yo le dije (con su misma sonrisa) bien, bien, bien…y a vos, le dije, y él me dijo, “pues, casi como me imaginaba”.

2 comentarios:

  1. Chris... gracias primero por confiarme la dirección de tu blog. Qué complicado este asunto aunque parece que ya la época de discutirlo haya pasado. Lo que inquieta no es la pérdida de la virginidad mediante el coito sino la de la inocencia mediante la realidad. "No es lo mismo encontrar al príncipe de tu cuento que al objeto de tu deseo" escribí hace poco... sin juzgar al uno o al otro, sencillamente separándolos, porque quien contenga ambas características de algún extraño modo no encaja ni en el uno ni en el otro... el sueño, parece tan utópico... que tenerlo todo es "extraordinario"... el ser humano, común y ordinario, escasamente... clasifica.

    Jessica María Mesa Castro

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  2. que buena referencia la que das...por el contrario gracias a ti por leer mis pensamientos...pues que seria de un escritor y un escrito si no tiene quien lo lea???....referente a este tema, pues la verdad aunque ya paso hace algun tiempo es interesante ver el como lo has analizado y pensar en este hecho segun como lo dices tambien....y lo dejo como in vitacion a aquellos que quieran y lean en adelante este pequeño suceso de vida personal y social...un saludo y un abrazo

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